Equipo Revista Mirada FEN
Rafael Carranza: "Es importante tener sistemas de protección social con mínimos universales y adaptables"
Una nueva forma de organizar un trabajo que ya existía, difícil de clasificar a partir de las formas de empleo que conocemos y que conlleva desafíos, es lo que la OIT llama "contratistas dependientes", nacidos al alero de la digitalización. "Desde un punto de vista conceptual, estas nuevas formas de empleo van a requerir que repensemos el concepto de trabajo y su vínculo con el medio en que se desenvuelve", dice Rafael Carranza, Ingeniero Comercial y Magíster en Economía de la Universidad de Chile y profesor asistente de la Escuela de Gobierno de la Pontificia Universidad Católica.
Investigador centrado en las causas, consecuencias y medición de la desigualdad económica, Rafael Carranza es Ingeniero Comercial y Magíster en Economía de la Universidad de Chile y profesor asistente de la Escuela de Gobierno de la Pontificia Universidad Católica. Es coordinador de la submesa sobre Nuevas formas de empleo
y protección social de Congreso Futuro, la Fundación Encuentros del Futuro y el Senado. En esta entrevista entrega su visión sobre los desafíos del trabajo del futuro, aclarando que lo hace a título personal y no desde su rol en la mencionada submesa. “Las conclusiones que salgan de la mesa las vamos a redactar en base al trabajo que y en base a consenso entre las partes, pero todavía tiene que ser discutido”, precisa.
-¿Cómo están transformando la estructura del mercado laboral las nuevas formas de empleo, como el trabajo freelance, el trabajo en plataformas digitales y la economía colaborativa?
-Hay que partir mencionando que estos empleos no son nuevos –la comida a domicilio o el transporte ya existían. Lo que cambia son los espacios donde se organizan empresas, trabajadores y consumidores. Esta es una nueva forma de organizar un trabajo que ya existía y que es difícil de clasificar a partir de las formas de empleo que conocemos. Por un lado, pueden ser considerados trabajadores asalariados. Son supervisados o pueden ser despedidos. Por otro lado, pueden ser considerados trabajadores independientes al tener mayor flexibilidad sobre cuándo trabajar. La OIT, por ejemplo, los llama “contratistas dependientes”. De la misma forma, estos trabajos no encajan con la idea tradicional de economías colaborativas, pues los dueños de las plataformas pueden poner condiciones sobre la relación entre trabajadores y clientes. Desde un punto de vista conceptual, estas nuevas formas de empleo van a requerir que repensemos el concepto de trabajo y su vínculo con el medio en que se desenvuelve.
-¿Qué implicaciones tienen estas nuevas formas de empleo en la seguridad económica de los trabajadores, especialmente en términos de estabilidad y acceso a beneficios?
-Hoy en día la protección social está fuertemente condicionada por el empleo. La previsión, la salud, el seguro de cesantía, están condicionados a tener una relación laboral formal. Parte de los beneficios a los que se puede acceder dependen de ascaracterísticas del empleo: el nivel de ingreso, su duración, etc. En este contexto, estos trabajadores no se encuentran protegidos. Si bien los trabajadores valoran la flexibilidad que estos empleos proveen, en caso de enfermedad, accidente, desempleo o jubilación, no están siendo protegidos adecuadamente. Estas nuevas formas de empleo son en parte una invitación a repensar la protección social, por ejemplo, a través de sistemas universales que provean mínimos complementados con sistemas contributivos que provean protección adicional. Debemos repensar si la protección social debe estar asociada al empleo o a la persona, y diseñar sistemas acordes.
“Desde un punto de vista conceptual, estas nuevas formas de empleo van a requerir que repensemos el concepto de trabajo y su vínculo con el medio en que se desenvuelve”
-¿Considera que estas nuevas modalidades laborales podrían exacerbar las desigualdades económicas o, por el contrario, abrir nuevas oportunidades para la movilidad?
-La respuesta probablemente sea un poco de ambas. Este tipo de trabajos provee una oportunidad para quienes, por distintas razones, no puedan acceder a un empleo
asalariado. Esta oportunidad podría potencialmente permitir moverse a empleos de mayores ingresos, con mayor seguridad y estabilidad. Esto puede pasar, por ejemplo, si esta experiencia es útil para postular a mejores trabajos. Por otro lado, si tenemos un mercado laboral polarizado con empleos inestables y con salarios volátiles por un lado, y empleos estables por otro, podemos esperar que aumente la desigualdad económica en el tiempo. El impacto sobre la desigualdad y las oportunidades dependerá de las condiciones del mercado laboral para permitir transiciones laborales beneficiosas y del rol de la protección social para proteger a los trabajadores durante estas transiciones.
“Es importante considerar que el cambio tecnológico no es el único fenómeno afectando el empleo. El cambio climático, y la transición demográfica tendrán impactos sobre el empleo, y es de esperar que ese impacto sea desigual”
-¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentan los sistemas de protección social frente a la proliferación de los nuevos tipos de empleos?
-Es importante considerar que el cambio tecnológico no es el único fenómeno afectando el empleo. El cambio climático y la transición demográfica tendrán impactos sobre el empleo, y es de esperar que ese impacto sea desigual. Se verán más afectados aquellos empleos susceptibles a las altas temperaturas e incendios, o industrias contaminantes. De la misma forma, las labores de cuidado se harán cada vez más
importantes y, mal manejado, tendrá un impacto importante en la participación laboral, en particular de las mujeres de menores ingresos. El desafío es complejo. Tenemos que pensar en sistemas de protección social robustos y sostenibles que reconozcan estos desafíos. Deben proveer mínimos suficientes, ser flexibles y tener la capacidad de adaptarse rápidamente en casos de emergencia. Estos son debates que van más allá de las discusiones técnicas, sin diálogo no será posible empujar reformas de este tipo. Gran parte de este desafío será político.
-En un mundo laboral cada vez más flexible y fragmentado, ¿cómo debería adaptarse la protección social para asegurar que todos los trabajadores, incluidos aquellos en empleos no tradicionales, tengan acceso a la seguridad y los beneficios básicos?
-Esta es una pregunta difícil pues hay mucho que no sabemos. Hay cosas que ya sabemos, como el envejecimiento de la población o el aumento de la inmigración, pero hay muchas otras sobre las cuales sólo podemos especular. Hace unos años, la mayor amenaza tecnológica era la automatización y la desaparición de los trabajos rutinarios. Hoy tenemos modelos de inteligencia artificial capaces de hacer análisis estadístico, escribir reportes, canciones o poemas. El impacto de estas tecnologías en el mercado laboral será fundamentalmente distinto y evolucionará en el tiempo. Por eso es importante tener sistemas de protección social con mínimos universales, pero que también se puedan adaptar rápidamente a las circunstancias. Durante la pandemia, por ejemplo, la baja cobertura del Registro Social de Hogar y la frecuencia en que se actualizan estos datos no permitió dar una respuesta rápida las necesidades de las personas. Esto se mejoró y finalmente permitió dar respuestas como el ingreso familiar de emergencia. En este sentido, el desafío es en parte el diseño de la protección social, pero igualmente importante es el acceso a información de calidad y actualizada.
-¿Qué ejemplos internacionales existen de políticas sociales y laborales que estén abordando eficazmente estos desafíos, y qué lecciones podrían aplicarse en otros contextos?
-Es importante destacar que estos desafíos son complejos en su forma y fondo. Por lo tanto, no hay una única herramienta que los solucione. Las respuestas de política pública deberán reconocer esta complejidad a través de respuestas a problemas específicos que se complementen entre ellas. Por ejemplo, en nuestras sesiones de la submesa presentó Lukas Lehner, profesor de la Universidad de Edimburgo. Lukas presentó los programas de garantía de empleos que ofrecen trabajo a personas que han estado desempleadas por un largo periodo de tiempo. Esto incluye, por ejemplo, a trabajadores que han trabajado toda su vida en una empresa y que necesitan un puente entre sus últimos años laborales y la jubilación. Pero también incluye a jóvenes que no estudian ni trabajan. Estos programas combinan alianzas con empresas locales, programas de acompañamiento socioemocional, transferencias monetarias y distintas herramientas con el objetivo de dar respuesta a este problema. Más en general, la Comisión Europea, en un estudio reciente sobre el futuro de la protección social, destaca tres objetivos. Un Estado de Bienestar debe minimizar los riesgos sociales (pérdida del empleo, enfermedades, etc.), atenuar las dificultades económicas que puedan pasar las familias, y apoyar el crecimiento económico. Deben cumplir con el objetivo doble de proveer una red frente a los shocks económicos y un ‘trampolín’ que ayude a la gente durante transiciones importantes en el ciclo de vida. Esto incluye cosas como protección a la infancia, educación y aprendizaje permanente, calidad del empleo, protección del empleo, financiamiento del sistema, etc.
-¿Qué recomendaciones haría para diseñar políticas laborales que fomenten la inclusión, la igualdad y la protección social en un mercado de trabajo en constante evolución?
-Precisamente por esa constante evolución es que es difícil hacer predicciones y diseñar políticas específicas. Los sistemas de protección social del futuro deberán ser flexibles y adaptables a las contingencias cambiantes. No es lo mismo, por ejemplo, un sector que se reduce producto del cambio tecnológico, a uno que debe adaptarse en respuesta a las crecientes olas de calor en el verano. Con esto en mente se pueden hacer dos cosas: pensar en nuevas herramientas, pero también aprovechar las ya existentes. Por ejemplo, queel seguro de cesantía expanda sus beneficios y reduzca sus condiciones en periodos de alto desempleo. Esto requiere, sin embargo, que los trabajadores participen del seguro de cesantía. En este caso, eso requiere trabajadores formales y, por tanto, debemos complementar nuestra protección social con esfuerzos por formalizar la fuerza de trabajo. El desafío es doble: necesitamos incluir a las y los trabajadores a los instrumentos ya existentes, pues estos instrumentos pueden ser expandidos rápidamente. Pero necesitamos también desarrollar nuevas herramientas que incluyan a quienes actualmente se encuentran fuera de estos sistemas.
-¿Cómo avanza el trabajo de la mesa del Senado que está coordinando?
-La mesa de trabajo del futuro incluye cuatro submesas. Una presentará un diagnóstico del mercado laboral, otra se enfoca en el impacto de la inteligencia artificial, la mesa que coordino junto a Mariana Huepe (también ex alumna FEN) sobre protección social, y una cuarta submesa sobre diálogo social. En nuestro caso, estas semanas hemos tenido expertas y expertos en temas como inseguridad laboral, transición justa, cambio demográfico, prospección laboral y habilidades, garantías de empleo, protección social, entre otras. El trabajo a partir de septiembre recogerá estas presentaciones para desarrollar un reporte que debiese estar disponible entre diciembre y enero.