Verónica Morales

CHILE AGRÍCOLA

Cuando algunos pioneros agricultores chilenos comenzaron a soñar con llegar a los exigentes consumidores del mundo desarrollado con sus productos, hace 30 o más años, probablemente nunca imaginaron el éxito y prestigio que nuestro país lograría en esas lides.

abril 2018

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  • Cuando algunos pioneros agricultores chilenos comenzaron a soñar con llegar a los exigentes consumidores del mundo desarrollado con sus productos, hace 30 o más años, probablemente nunca imaginaron el éxito y prestigio que nuestro país lograría en esas lides.

    La madurez alcanzada por el negocio de exportación de productos agrícolas y agroindustriales hoy sorprende con altos niveles tecnológicos en la vanguardia mundial, atrae a nuevos inversionistas y representa cifras más relevantes para la economía chilena. Según cifras de ODEPA, en el año 2016, el sector silvoagropecuario (Agrícola, pecuario y forestal) exportó poco más de US$15.000 millones, mientras en el año 1990 dicha cifra era de sólo US$2.000 millones.

    La exportación de fruta fresca, que alcanzaba a sólo US$716 millones en el año 1990 superó los US$5.000 millones en el 2016. Paralelamente, se ha desarrollado la industria procesadora de frutas y hortalizas, que entre conservas, aceites, congelados, deshidratados y jugos ha pasado de exportar US$115 millones en 1990 a casi US$1300 millones en el año 2017.

    La tradición del buen vino chileno también ha hecho lo suyo, y actualmente su exportación, considerando embotellados y graneles, superó los US$2.000 millones el 2017, mientras en el año 1990 alcanzó a sólo US$53 millones.

    Las carnes blancas, principalmente cerdo, se han abierto también un camino y pasaron de US$11 millones en 1990 a cerca de US$ 800 millones en el 2016. Las carnes de ovino y bovino han tenido un camino más difícil y, si bien es cierto, han tenido grandes logros, sus volúmenes exportados al año no han superado los US$100 millones, pero el sector hace esfuerzos por crecer y algunos nichos han sido bastante exitosos.

    El rubro forestal fue de los primeros en desarrollarse y ha alcanzado un nivel muy relevante en las exportaciones chilenas, con US$5.400 millones en el 2017.

    Las cifras mencionadas son la expresión de múltiples factores que se han conjugado para que nuestro país haya podido desarrollar su “talento agrícola”. Obviamente, las condiciones naturales y un mercado de alimentos en crecimiento han sido claves. Sin embargo, ambos factores por sí solos no explican el éxito. Fue un conjunto de condiciones el que hizo posible que el impulso empresarial, siempre presente, se manifestara como lo hizo, aventajando a países más desarrollados.

    En los años 80 se sentaron las bases de una economía de mercado, con precios libres, ambiente propicio para las inversiones nacionales y extranjeras, rebaja de aranceles e inicio de una era de apertura de mercados y negociaciones multilaterales, que han llevado a Chile a contar con algún tipo de acuerdo comercial con países que, en conjunto, representan cerca del 90% del PIB mundial. Actualmente, más del 90% de sus exportaciones silvoagropecuarias van a países con los que existe algún tipo de acuerdo comercial mientras que el proceso de apertura de mercados está todavía en desarrollo. Se sigue trabajando en acuerdos de “operación” que hacen posible que la apertura arancelaria se materialice en apertura real de los mercados.

    Una agricultura de contraste

    Según el último censo de la agricultura (2007), existen cerca de 300.000 explotaciones agrícolas, de las cuales 93% tiene una superficie menor a 12 HRB (has de riego básico) y 75% tiene menos de 2 HRB. Salvo excepciones, estas últimas realizan agricultura de subsistencia y sus niveles de productividad están lejos de los que alcanza la agricultura de exportación. Sólo 7.000 explotaciones, que representan el 2,4%, superan las 40 HRB. Estas estadísticas pueden haber cambiado en estos últimos diez años, pero el bajo tamaño de la inmensa mayoría de las explotaciones agrícolas se mantiene, con las complicaciones productivas, implicancias sociales y altos costos fiscales (en programas de INDAP y otros) que ello acarrea.

    La superficie agrícola destinada a cultivos anuales y permanentes(Censo 2007) alcanza a aproximadamente 1.300.000 has. Según cifras del INE, en la temporada 16-17, 685.000 has fueron destinadas a cultivos anuales (trigo, maíz, avena, raps, etc), rubros orientados básicamente al mercado interno, mientras que los frutales representaron 316.000 has1. Con las plantaciones del año pasado, probablemente esta cifra hoy es cercana a las 320.000 has, superficie orientada a los mercados de exportación.

    La vid vinífera, por su parte, representa un total de 146.000 has, incluyendo la uva pisquera (según Catastro SAG al 2016), parte destinado al mercado interno y parte a la exportación, mientras que las hortalizas, algunas de las cuales también están siendo exportadas, representan aproximadamente 70.000 has. El resto corresponde a tierra en barbecho (transitoriamente no cultivada) y a otros usos menores.

    La ganadería y lechería, por su parte, se desarrolla en praderas “mejoradas”, 1.060.000 has (ODEPA) y praderas naturales, que en total país se estiman en 12.500.000 has (ODEPA).

    El rubro forestal, con sus plantaciones, ocupa terrenos de baja calidad productiva en general y con escasa o nula disponibilidad de agua de riego. Según CONAF, en Chile hay un total de 17.000.000 de has de bosques, de los cuales 3.000.000 (18%) corresponden a plantaciones forestales y 14.000.000 son bosque nativo (82%).

    Las plantaciones forestales explican casi la totalidad de la producción forestal y las exportaciones.

    La demanda por productos orgánicos crece en forma acelerada en el mundo. Según una publicación de Rabobank, los alimentos orgánicos ya están teniendo 10% de market share en algunos países europeos y crecimiento entre 10 y 20% en 2016. Chile también se ha iniciado en ello, pero la exigencia tecnológica, mayores costos y controles engorrosos, los hacen una opción válida sólo para productores más avanzados, siendo este nicho otra fuente de mejoras y oportunidades para el productor chileno.

    Riego

    El riego y la disponibilidad de agua es un factor crítico. Actualmente se riegan aproximadamente 1.100.000 has, pero sólo un 30% cuenta con sistema de riego tecnificado que permite optimizar su uso, existiendo un gran potencial de mejora tanto en calidad de riego como en superficie regada. Expertos estiman que cerca del 80% del agua se vierte en el mar, y que un porcentaje de ella que sea recuperada y embalsada permitiría incrementar significativamente la superficie regada.

    En este sentido, el asegurar la certeza jurídica de la propiedad de los derechos de aprovechamiento de aguas es una prioridad para el futuro del sector.

    PIB y Empleo

    El PIB del sector silvoagropecuario representa solamente el 3,2 % del PIB total país, según análisis de ODEPA para el año 2017. Sin embargo, este valor sólo considera la producción a nivel estrictamente primario (en el campo), excluyendo el valor generado a nivel “industrial”, y no incluye los encadenamientos con otros sectores. Cabe señalar, por ejemplo, que los packings de fruta se consideran para estos efectos parte del sector industrial y no están incluidos en PIB Agrícola. Los economistas William Foster y Alberto Valdés, en su estudio “Cuál es el tamaño económico del sector silvoagropecuario en Chile? Cálculo para el año 2008 considerando sus encadenamientos”, estiman que para ese año, 2008, el PIB del sector, incluyendo producción primaria, elaboración y encadenamientos hacia delante y hacia atrás, explicaba el 11,28% del PIB nacional.

    Las cifras oficiales de empleo del sector también se calculan a nivel primario y no consideran el que genera el sector fuera de los campos, como por ejemplo en los packings. Aun así, el empleo directo es relevante, representando más del 10% del total país en el trimestre noviembre- enero 20172. Se estima que si se incluye a la gente de temporada que trabaja en plantas de proceso, packings y transporte, el empleo del sector supera el 12%. En regiones agrícolas como O’Higgins y Maule, el empleo generado por el sector a nivel de campo, sin incluir la actividad industrial de los procesos, representó entre 25% y 27% en el trimestre noviembre-enero 2017.

    Por este motivo, la incidencia del sector agrícola en la calidad de vida rural es importante y su crecimiento, una herramienta efectiva para combatir la pobreza rural y mejorar los salarios.

    Tipo de cambio

    Clave para el sector es el tipo de cambio, ya que sus precios están determinados en moneda extranjera, ya sea si son productos de exportación o para el mercado interno (sustitutos de importaciones), mientras que sus costos, dependiendo del rubro, están mayoritariamente determinados en pesos, siendo la mano de obra un factor de costo clave que, en algunos casos, explica más del 70% del costo directo.

    Siendo así, el margen del agricultor está directamente ligado al tipo de cambio y es por ello que el sector es altamente sensible a la evolución de este precio. Lamentablemente, los instrumentos de cobertura en mercados de futuros están disponibles para plazos muy cortos y no permiten reducir en forma significativa este riesgo siempre presente.

    Desafíos

    El gran desafío es cuidar los mercados ya conquistados y seguir creciendo, buscando instalarse a medida que aparecen nuevas oportunidades, productos y mercados. Al igual que en cualquier negocio, no es fácil y en nuestro caso se agrega la problemática social de brechas muy grandes en los niveles de desarrollo, productividad y acceso a los mercados de un alto porcentaje de productores. Es urgente reducirlas y tomar las medidas para incorporarlos al mundo.

    El éxito para adelante depende de cómo Chile resuelva sus grandes problemas de futuro, de los cuales cabe destacar:

    • Reducir brechas tecnológicas, de educación, financiamiento, y otros de la pequeña agricultura básica para incorporarlos al mercado. En este sentido, el Estado tiene un importante rol a través de instituciones como INDAP, pero su éxito dependerá de cómo logra desarrollar alianzas productivas y comerciales con el sector privado más avanzado y cómo se organizan los pequeños productores

    • Eliminar las incertidumbres existentes en cuanto al recurso “agua”. Las inversiones agrícolas son por lo general de largo plazo y el riesgo en la disponibilidad futura de este recurso podría afectar severamente las inversiones. Ello significa devolver la certeza jurídica en torno a la propiedad de los derechos de agua.

    • Aumentar superficie de riego mejorando infraestructura que permita optimizar el aprovechamiento de agua disponible. Oportunidad de desarrollo de concesiones de grandes obras.

    • Legislación laboral moderna, acorde a las necesidades de los trabajadores y del sector. Proyecto legal para estatuto del “temporero” está bastante avanzado y, en principio, cuenta con respaldo de las partes.

    • Acceso a las variedades que el mercado demanda y que son cada vez más numerosas y de corta vida. Un trabajo de innovación permanente, que exige conocimientos, inversión y capacidad de gestión, así como también respaldo de la autoridad sanitaria y de fomento a la innovación. Un área de cooperación público privada muy relevante.

    • Manejo de recursos en forma responsable y sustentable con el medio ambiente.

    • Mecanización, automatización, digitalización permanente de los distintos procesos por parte de los productores.

    • Se requiere un Estado proactivo en el ámbito de las relaciones comerciales oficiales con los mercados de destino, que colabore con el sector privado, y moderno, que acompañe el desarrollo del sector con sistemas de información avanzados, accesibles y seguros.

    • Financiamiento competitivo en tasas, moneda, plazos etc. Corregir imperfecciones del mercado financiero en cuanto a eliminar las rigideces que dificultan la movilidad de una pyme de un banco a otro.

    • Capacitación de los recursos humanos.

    • Resolver oportunamente problemas laborales en instituciones claves para el sector como son Aduanas, puertos, SAG, etc, reduciendo al máximo el riesgo de huelgas en períodos críticos. Estos procesos tienen un costo altísimo para el sector exportador, ajeno a la relación laboral en crisis, no solamente por la fruta perdida sino especialmente por el daño a las relaciones comerciales y la pérdida de los mercados.

    Con todo, se trata de un sector que ha dado y seguirá dando grandes satisfacciones a Chile.

     

    (1) 270.000 has de frutales mayores, principales son vid de mesa, paltos, nogales, cerezos, manzanos y 46.000 has de frutales menores, siendo los más importantes: arándanos, avellanos y mandarinos). Fuente: CIREN Julio 2017

    (2) Fuente INE: incluye sector silvoagropecuario y pesca





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    Sobre el (los) autor (es)



    Verónica Morales

    Ingeniero Comercial Directora de Hortifrut