Equipo Revista Mirada FEN

"Lo que corresponde es reconocer la evidencia y aceptar que, en la zona central de Chile, el clima cambió"

La presidenta de Andess, Jéssica López, llama a entender el cambio en el clima de la zona central del país como algo permanente y actuar en consecuencia, aumentando la recuperación de aguas servidas, priorizando el consumo humano y sumando infraestructura.

octubre, noviembre 2021

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  • Esfuerzos para incrementar el recurso para las personas por sobre otros usos, recuperación de aguas servidas e inversiones para el acopio de agua son algunas de las medidas que la industria está tomando para hacer frente a la escasez hídrica.

    Jéssica López, presidenta de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios (Andess), explica en detalle en esta entrevista cómo están enfrentando las compañías la menor disposición de agua, una realidad que se debe asumir, afirma.

    ¿Cómo se proyecta este año en términos de disponibilidad de agua?

    Este año ha sido seco, muy similar a 2019, que fue el año más seco de la década más seca de la que haya registro, con el agravante que se acumulan cada vez más y más años secos. Las empresas de servicios sanitarios están actuando bajo esa premisa. Si llueve más de lo previsto, tanto mejor, pero mientras tanto las compañías trabajan para minimizar los riesgos.

    ¿Qué medidas están tomando las empresas?

    Las empresas han trabajado durante años en la construcción de infraestructura y búsqueda de nuevas fuentes de aguas para adaptarse a un escenario de menor disponibilidad hídrica. Dependiendo de la zona, se han construido pozos profundos, desaladoras, tranques, entre otras obras. Asimismo, se han modernizado plantas e incorporado tecnología para adaptarse a cambios en la calidad de las fuentes y acrecentar la eficiencia en el uso del recurso hídrico.

    Las sanitarias también han buscado acuerdos con otros usuarios de las cuencas para priorizar el consumo humano. Esto implica, en muchos casos, la redistribución del menor caudal existente para llenar embalses o reservas destinadas al suministro de agua potable. En este año en particular, en dos cuencas muy afectadas, Aconcagua y Maipo, todos los actores han logrado acuerdos para que se incremente el agua destinada a las personas por sobre otros usos productivos. En particular, agradecemos a la agricultura, que ha actuado priorizando el consumo humano por sobre su propio interés.

    Asimismo, las compañías han dado pasos relevantes hacia la economía circular, mirando las aguas servidas como fuente de recursos como agua recuperada para nuevos usos, biosólidos para remediación de suelos agrícolas y forestales degradados, y energía (biogás). El sector comprometió además una meta de reducción de 25% de las aguas no facturadas al 2030 como parte de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, su sigla en inglés) de Chile.

    En el mediano plazo, es importante avanzar hacia un mayor uso de las aguas recuperadas. Andess estima que de aquí a 2040 se requieren inversiones por unos US$ 10 mil millones en el sector sanitario, un 35% más que en los 20 años precedentes, lo que incluye trece desaladoras entre nuevas plantas y ampliaciones de las existentes.

    El siguiente cuadro muestra las principales obras de las empresas sanitarias para hacer frente a la escasez hídrica y el cambio climático: ¿Esos planes no se han visto afectados por la pandemia?


    Las empresas han mantenido la continuidad y calidad de los servicios de agua potable y saneamiento, imprescindibles para hacer frente a la pandemia. El lavado de manos frecuente con agua y jabón sigue siendo la primera barrera en la prevención de enfermedades contagiosas, un hecho que quedó nuevamente en evidencia este último año a raíz de la pandemia.

    Las compañías también han resguardado la salud de sus equipos de trabajo, con la adopción de medidas especiales para reducir los riesgos de contagio en las instalaciones operativas e implementando teletrabajo para aquellas funciones en que fuera posible. 

    Nuestra industria suspendió los cortes por no pago hace más de un año, cuando se declaró la pandemia, y además repuso el servicio a 13 mil hogares que lo tenían suspendido por no pago. Nos comprometimos a que todos nuestros clientes tendrían el agua potable necesaria para hacer frente a la emergencia, y lo hemos cumplido. 

    Cada una de las empresas que integran Andess ha realizado esfuerzos para que a nadie le falte el agua potable, con convenios de pago flexibles y pensando en las familias que atendemos. Unos 70 mil clientes se han acogido a la ley que permite postergar el pago de la cuenta del agua y su posterior prorrateo en cuotas, sin intereses ni multas. Son familias vulnerables, adultos mayores y personas que han perdido su empleo o han suspendido su relación laboral.

    Adicionalmente, la industria ha entregado apoyos adicionales a los previstos por la ley para las familias que lo necesiten, con unos 151 mil convenios de pago flexibles al primer semestre, por un monto cercano a más de $58 mil millones. 

    Estas medidas han sido financiadas por las mismas compañías, que han enfrentado mayores costos producto de la operación en pandemia, y bajas en la facturación debido al impacto de las cuarentenas en la actividad económica. En 2020, la industria enfrentó descensos de 17% en la facturación comercial, de 13% en la facturación institucional y de 6% en la facturación industrial, que no alcanzaron a ser compensadas por el alza de 1% en la facturación domiciliaria. Como un todo, las empresas vieron una baja de 2,4% en la facturación en términos de metros cúbicos de agua y de 6% en la recaudación. 

    A pesar de todas las dificultades, las empresas invirtieron más de 511 millones de dólares el año pasado, una cifra superior a la de 2019, con énfasis en la provisión de agua potable. Es un esfuerzo que se inició hace años, puesto que las obras en esta industria no se construyen de un momento a otro, requieren un diseño cuidadoso y tiempo de ejecución. Y con ello pueden asegurar que este año no hay riesgo de desabastecimiento.

    ¿Cuál es la situación actual de disponibilidad y acceso de agua potable para la población?
    Pese a la disminución en la disponibilidad de agua, el abastecimiento a la población en las zonas urbanas concesionadas se ha mantenido normal en cuanto a calidad y continuidad. El que las personas abran la llave a cualquier hora y salga agua ha hecho que el cambio en el escenario pase inadvertido. Ya no podemos hablar de sequía, que es un evento transitorio. Tenemos una menor disponibilidad de agua que es permanente, como reflejan las nuevas Normales Climáticas de la Dirección General de Aguas.

    Las Normales Climáticas son los promedios para un período de 30 años de temperatura, humedad, viento y precipitación, entre otras variables, que permiten conocer el comportamiento del clima en una zona concreta. Y el “nuevo escenario” es que las normales son al menos un 20% menores que las prevalecientes en el pasado. Por ejemplo, en la Región Metropolitana el promedio de lluvia era de 300 mm al año, ahora la normal es 240 mm o menos. 

    Lo que corresponde es reconocer la evidencia y aceptar que, en la zona central de Chile, donde se concentra la población y buena parte de la producción de alimentos, el clima cambió. Como país debemos adaptarnos a esta nueva realidad, en la que hay menos agua disponible en las fuentes habituales y temperaturas más altas, entre otros impactos. La experiencia de otros países que han enfrentado esta situación apunta a una respuesta en la que la gestión del ciclo del agua cambia para, en primer lugar, instalar una gobernanza efectiva de la cuenca, incentivar la eficiencia, además de incorporar nuevas fuentes, y asegurar que haya incentivos para un uso cuidadoso de este recurso por parte de todos los usuarios: las personas, la agricultura, la industria sanitaria, minería e industria.

    En este contexto de menor disponibilidad de agua, las empresas sanitarias agrupadas en ANDESS A.G. han logrado seguir entregando agua potable en todo momento del día. Y eso es porque realizaron las inversiones necesarias para asegurar el suministro, y así enfrentar la mayor dificultad en las fuentes de agua producto del cambio climático. 

    Hay que hacer la diferencia con la zona norte, que es un desierto. Y la industria ha sido capaz de abastecer de agua potable a ciudades en zonas desérticas, mediante desalación y un uso eficiente de las fuentes disponibles. 

    Dada la sequía que nos afecta hace varios años, ¿existe riesgo de desabastecimiento o vulnerabilidad del sistema? ¿Cuál es el diagnóstico al respecto?
    Sin duda que la sequía pone presión sobre las fuentes de agua. Según el último informe de la DGA, el déficit de precipitaciones acumuladas al año es un 23,7% menor a los promedios históricos –y como comenté antes, estos promedios son más bajos que los de hace una década. También el Covid puso dificultades adicionales, que fueron superadas con protocolos estrictos y un gran esfuerzo de trabajadoras y trabajadores de la industria.

    A futuro hay que seguir invirtiendo y conversar con sentido estratégico a nivel país respecto a una política de adaptación al cambio climático que, para el caso del agua, supone cuidado del recurso con el objeto de asegurar el suministro a la población, en la que participen todos los actores, incluso los mismos usuarios a los que tratamos de asegurar el abastecimiento. Estimamos que se requieren inversiones por unos US$ 10.000 millones entre 2020 y 2040 para hacer frente al cambio climático y asegurar el suministro de agua potable a las personas.


    El cuidado del recurso es una tarea que debemos asumir todos. En Chile, los clientes residenciales de las empresas reunidas en ANDESS consumen en promedio de 147 litros de agua potable por habitante al día. Es decir, por encima del nivel sugerido por la Organización Mundial de la Salud de 100 litros por persona al día, y más de lo razonable si nos hacemos cargo de que nuestro clima cambió, en particular en la zona centro y sur de Chile, y de que debemos modificar nuestros hábitos hacia un consumo más responsable. Así como existe un límite de sobreconsumo en verano, para desincentivar el uso excesivo de agua en el periodo de mayor demanda, tal vez sea necesario explorar mecanismos en que se incorpore a precios la menor disponibilidad del recurso. En el caso del agua potable, que es el más básico de los servicios, esto requiere un análisis especial. La meta es desincentivar el derroche, cuidando el derecho de las personas a tener el agua que necesitan a un precio asequible.

    ¿Qué opinión tiene la industria acerca de la opción de la tecnología desaladora para hacer frente a la escasez hídrica?
    Cabe tener presente lo ya dicho, como la cuenca es la unidad de gestión, las soluciones requieren ser evaluadas a esa escala: contribución a la seguridad hídrica de la cuenca. En ese contexto, la desalación es una de las opciones que debe considerarse en su mérito, junto con otras como reúso de aguas tratadas, incorporación de medidas de eficiencia. En general, la desalación es una alternativa con un precio más alto, pues a la inversión en la construcción se suman altos costos de operación debido a un uso intensivo de electricidad. Y eso debe reflejarse en la tarifa del servicio. Es una alternativa viable cuando no hay otras, porque el agua más cara es la que no se tiene. Pero en la industria priorizamos un uso racional del recurso, el desarrollo tecnológico de obras y soluciones como estanques de seguridad y ampliación de la infraestructura existente para sostener el consumo en el mediano plazo.

    También es importante considerar el reúso de las aguas servidas tratadas. Gracias a la decisión que tomó Chile hace 20 años de sanear la totalidad de las aguas servidas urbanas, hoy tenemos un volumen de agua importante disponible para su reutilización.

    Antecedentes Sequía 2021 - Información de fuentes oficiales

    El agua en la zona central, en las regiones de Valparaiso y Metropolitana, históricamente seguían lo que se conoce como régimen pluvionival, en el que la cordillera actuaba como un gran embalse natural. En invierno, las bajas temperaturas hacían que la lluvia se acumulara en forma de nieve en la cordillera. En el verano, las alzas en las temperaturas provocaban el deshielo y liberaban esa agua acumulada. En los últimos años hemos visto cada vez menos lluvias mientras las temperaturas van en ascenso – y hay cada vez menos acumulación de nieve en la cordillera. Incluso los glaciares, que son una reserva de agua, han ido reduciendo su tamaño.

    Esto queda en evidencia en las nuevas Normales Climáticas, que la Dirección General de Aguas del MOP publicó en junio. Las Normales Climáticas son los promedios para un período de 30 años de temperatura, humedad, viento y precipitación, entre otras variables, permitiendo a través de ellas conocer el comportamiento del clima en una zona concreta. El estudio de la DGA muestra una baja generalizada en las Normales Climáticas 1991-2020 respecto a las del período 1981-2010, tanto para las precipitaciones como en los caudales, en gran parte del territorio nacional.

    El documento llama la atención sobre el descenso de la acumulación nival, con un déficit del 27% respecto a la Normal 1981-2010, ya que impactará las cuencas nivales y mixtas entre las regiones de Atacama y Ñuble.

    Las cuencas de régimen netamente nival, que se ubican entre el extremo norte del país hasta la cuenca del río Mataquito (región del Maule), presentan una mayor disminución de sus caudales aportantes durante el período de deshielos (primavera-verano) principalmente por la menor caída de nieve. Por su parte, las cuencas con régimen nivo-pluvial como los ríos Maule, Itata y Biobío, disminuyeron sus caudales promedios tanto en invierno como en verano, al igual que las precipitaciones. Estos datos permiten advertir una correlación, dada la baja de los caudales en torno al 14%, un déficit de lluvias que llega al 11% y una reducción de la acumulación nival de un 30%.

    Este año, las regiones entre Atacama y Maule registran a julio déficits de precipitaciones entre un 62% y 80% comparado con el promedio histórico 1981-2010, con montos de precipitación acumulados a la fecha similares o levemente superiores al 2019, pero muy inferiores al 2020.

    Julio es en promedio uno de los dos meses con mayor cantidad de lluvia en el año para la zona centro norte y centro sur (junio es el primero, levemente superior a julio). En la ciudad de Santiago en particular, en julio de un año normal (promedio histórico) llueven 76 mm, correspondiente al 22% de la lluvia anual. El de 2021 es un julio de los más secos de la historia, con apenas 0,6 mm de precipitación. Con esto, julio de 2021 se convierte en el más seco desde el 1998, muy por debajo del promedio histórico.

    Considerando el período junio-julio, Santiago registra solo 23 mm de agua caída, dejando un déficit de precipitaciones del 86% (en un año normal precipita del orden de 160 mm, 47% del total anual). Comparado con el 2019 para el mismo período, esto corresponde a un 61% menos de agua caída (23 mm 2021 contra 59 mm 2019).

    Acumulación de nieve

    La acumulación de nieve en la zona centro norte y centro sur del país registra déficits superiores al 85% en lo que va de año, incluso llegando a 100% en algunas estaciones de la región de Coquimbo (Cerro Vega Negra y Quebrada Larga). En la cuenca del río Petorca (estación Nacimiento El Sobrante) el déficit es del 90% respecto del promedio histórico, mientras que en Portillo (cuenca Aconcagua) y Laguna Negra (cuenca Río Maipo) el déficit alcanza 90% y 97% respectivamente.

    Embalses

    A nivel nacional, los principales embalses acumulan 3.645 Hm3, correspondiente a un 28% de su capacidad y un 46% del promedio histórico. El almacenamiento actual agregado es inferior a lo que se tenía el 2019 y 2020.

    A nivel regional los embalses con menor almacenamiento son los de Coquimbo, Valparaíso y Maule. El Embalse Paloma en Coquimbo registra un déficit de 55% respecto del promedio, Aromos y Peñuelas en Valparaíso registran déficits de 68% y 98% respectivamente, y la Laguna del Maule tiene un déficit de 59%.

    Los embalses de agua potable se encuentran con el menor déficit, con un 82% de almacenamiento respecto del promedio histórico. El 2019 y 2020 tenían solo un 55% de almacenamiento comparado con el promedio histórico, por lo que la situación de 2021 es más favorable.

    El Embalse El Yeso acumula a la fecha 179 Hm3, volumen superior al promedio histórico (176 Hm3) y superior al almacenamiento de los años 2019 y 2020. Esto permite dar seguridad para la temporada 2021-2022 al agua potable del Gran Santiago. En Valparaíso, el Embalse Aromos tiene almacenamiento de 8,7 Hm3, situación deficitaria respecto de su promedio histórico y levemente superior a 2020. Sin embargo, el embalse se está recargando mediante la Tubería Reversible Aromos-Concón, con lo que se da mayor seguridad al suministro del Gran Valparaíso. 

     





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